Título: Tatami
Autor: Alberto Olmos
Editorial: Océano
Año: 2013
Genero: Novela, erotismo
Colección: Hotel de las Letras
Al Reverso: Tan pronto llega a Tokio, donde deberá trabajar durante un año, un joven descubre que justo del otro lado de su calle vive una hermosa adolescente que de vez en cuando se desnuda con calculado descuido cerca de una ventana. Al advertir que estos shows nocturnos parecen dirigirse a él de manera exclusiva se establece entre ellos una relación peculiar, tan sutil como poderosa, honda y divertida, en la cual se confrontan dos maneras distintas de entender el lenguaje secreto del erotismo.
"Alberto Olmos recuerda que Japón es un país reprimido. En ese ambiente, subraya, es donde se ha fraguado la mejor pornografía, la más sutil, Quizá de esa idea surgió Tatami. Su autor lo desmiente. Eso es buena literatura." Alvaro Corcuera, El País
"Este joven escritor segoviano explora vidas fascinantes en situaciones poco comunes, donde el juego de la ficción se convierte en un verdadero placer entre sus páginas. " Natalio blanco, Cambio16
Alberto Olmos ha escrito seis novelas, las cuales han obtenido cuatro premios de literatura, así como el reconocimiento de la crítica de su país, España. Luego de estudiar tres años en japón, experiencia que lo llevó a escribir Trenes hacia Tokio, El talento de los demás y Tatami, llevada al teatro y traducida al italiano. En 2012 la revista Granta en español lo eligió como uno de los mejores narradores jóvenes en lengua castellana. Además de ser colaborador de eldiario.es escribe un blog incendiario bajo el seudónimo de Juan Mal-herido: www.lectormalherido.wordpress.com. Su novela, Ejército Enemigo, fue elegida entre ñas más destacadas de 2011.
En un trayecto de catorce horas de distancia, un viaje en avión a Japón es donde ocurre la novela Tatami de Alberto Olmos. Olga, quien se encuentra en una eterna lucha entre su escote y el tamaño desmedido des sus pechos se dispone a enseñar español y explorar el mundo oriental. Durante el vuelo Olga se sentirá invadida por su compañero de viaje que no deja de ver su escote. La película del avión, la comida ni nada la deja huir de la situación. Por propia causalidad-casualidad comienza la conversación. El extraño mirón se llama Luis y también enseñó español en Japón, Olga sin darse cuenta ha caído en la desmedida conversación de su compañero de vuelo. Una plática sobre el erotismo, la sutileza de la perversión y la encarnación misma del deseo placentero de observar cuerpos desnudos que se autoexploran buscando los espasmos relajantes que te dejan la piel eriza y el cuero sensible.
Luis platica con una frescura sus perversas acciones como maestro donde disfruta de ver las piernas de sus alumnas y mas. Donde no deja de ver los pechos de Olga mientras narra su amorío desenfrenado con Tomoko, quien vivía cruzando la calle frente a su ventana justo en el otro edifico. Aun separados por la calle, por el tiempo y el espacio compartían la finura del desnudo y el desvestimiento lento donde una tenue luz roja acaricia el cuerpo desnudo de la musa que excita a Luis detrás de las ventanas. Un departamento en su piso forrado de tatami con la mejor vista para el pervertido errante. Olga quien escucha inquieta y un tanto desesperada por salir huyendo del asiento trata cada vez más de no poner atención a la historia de Luis. Olga se encuentra en el juego pervertido de Luis, se ha convertido en una vouyerista que se excita con el hecho de imaginar ver a escondidas a una mujer. De ver desnudo a Luis mientras espía. No es hasta una tarde que los cuerpos escondidos detrás de las ventanas se han encontrado y se dedican cada vez que se quitan la ropa, cada ocasión que deambulan completamente desnudos por sus respectivos departamentos hasta el momento de encontrarse en el mismo lugar, en el mismo tiempo.
Tatami, no se trata de una novela romántica erótica, si no, de abordar el vouyerismo y hablar de el con una sutileza erótica donde el acto de fisgonear se vuelve bello, el ver por una rendija se convierte en algo sublime que nos acelera el ritmo cardiaco. Se renueva el acto de la desnudes y el acto erótico de los cuerpos se vuelve de una finura exquisita que dota de una frescura el ritmo y la narración de esta novela corta.
En la misma novela encuentras referencias a novela de Nabokov, Lolita, y no sólo porque lo mencionen los personajes si no por el hecho de los pechos de Lola, el mal recuerdo de la edad exacta de Tomoko y las alumnas de Luis, las faldas cortas y la situación del maestro que instruye, las artimañas de Luis. pero Alberto Olmos desmiente esta relación que pudiera hacer el lector ya que no se trata de una situación romántica como lo narra Nabokov, si no de la acción del erotismo, hay que desnudar el erotismo. Esto ocurre cuando Tomoko está frente a Luis en su apartamento. Tratan de llegar al climax sexual pero algo hay que los repele en la initmidad de la habitación de compartir el espacio de sentir los cuerpos salvajes, la emoción y la excitación de estar en la soledad viendo el cuerpo desnudo del otro que aclama caricias se ha expuesto y la tarea del vouyerista ha perdido el sentido. Se pierde la belleza y sutileza dejando sólo cuerpos. No hay en el acto sexual finura alguna ni acciones de sopor que lleven a una acción de contemplación sublime, pero si lo hay en el echo de mirar por un picaporte, por la rendija de una persiana, por el orificio de un ventanal que sólo nos deja ver los detalles e imaginar lo que está ahí.
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