Estos textos:

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Nuestras letras están protegidas

Nos quieren engañar. Sí. ¡A las armas entonces! Aún contamos con nuestro libre albedrío.
Sí, tenemos en nuestras manos la posibilidad de conocer la obra primigenia y con
ella defendernos de la implacable invasión del país de Ronald Mc Donal y su
alter ego: Georgie W. C. Bush. Tenemos nuestras armas en los libros.
Leer la obra o releerla nos coloca en una mejor posición como seres humanos
frente a ellos, nos excluye de la masa global que incluye sus estúpidas
películas producidas sólo para público infantilizado, y nos permite asumir un punto
de vista crítico frente a nuestra propia existencia. Entendámoslo ya: Hollywood
atraviesa su peor crisis de taquilla en 30 años y quiere arrastrarnos al abismo
en que cae, cae, cae.
Remontemos un poco de historia: cautivado por los trabajos de Carlitos
Darwin para elaborar el argumento de su novela, el inglés H. G. Wells
llevó hasta lo monstruoso el principio de que la vida es una lucha
incesante entre los seres. A partir de esa premisa evolucionista, Wells
trazó un retrato alegórico del hombre como el mayor depredador del planeta.
Desarrolló la novela en dos planos: el de las peripecias y las
batallas, por un lado, y el de los símbolos, por el otro.

El marciano, con todo su aspecto repugnante y su crueldad, con su
egoísmo y ánimo destructivo, no es sino un trasunto del hombre; y la
guerra de los mundos no es sino la guerra que ya se verifica en la Tierra
entre las diversas formas vivientes, escribe el ensayista Luigi Amara
en "Letras libres" de julio.

Cuando Wells publicó su novela, Gran Bretaña vivía la etapa final
de su poderío militar y colonialista, así, al igual que los
estadounidenses de hoy en día, los ingleses vivían bajo sus propios
miedos, pues, mantener el liderazgo y el poder económico y militar mundial
conlleva sus propios riesgos. A diferencia de la novela, una versión
cinematográfica dirigida por Byron Haskin, en 1953, contiene
dimensiones bíblicas y un clímax místico religioso. Los supervivientes
de la masacre en una guerra desigual donde ninguna arma puede contra
los invasores, unen sus plegarias en una iglesia con la esperanza
de encontrar apoyo y paz; explica el investigador de cine Rafael Aviña.
En el 2005 el mundo se enfrenta a una película que busca sembrar
el miedo entre los espectadores. Estrenada unos días antes de
los bombazos en Londres, parece decirnos que los malos, sucios
y feos son los otros ¿quiénes? Todo aquel que no sea gringo.

Es decir: los enemigos somos tú y yo. Curiosa coincidencia ésta para
reflexionar horas y días enteros: rocanrol + reunión de la G8 + Tom,
el niño de la CIA, en las pantallas del cine mundial + terrorismo.
Los que ejercitan y gustan de utilizar su memoria, recuerdan las notas
publicadas en Rebelión.org sobre la detención en suelo ruso, por parte
de la CIA, de árabes señalados como terroristas, justo el mismo día en que
la última Misión imposible se estrenó en Kiev. Desde entonces, se sabe
que Tom Cruise, además de estar chiflado con lo de la Dianética, trabaja
en colaboración con la CIA. Sí. Todos sus guiones se discuten con agentes
de seguridad nacional gringa. Él así lo desea pues con ello, dice apoyar
a su país y pone de malos a los que su gobierno le señala. Doble
invasión: en la pantalla nos muestran a Tom Cruise, un héroe que lucha
por la familia, por los intereses de su sociedad, por enmendar los
errores de la generación anterior y por demostrar que todos, al menos
aquellos que no nos sentimos ni estamos dispuestos a ser gringos, debemos
tenerle miedo. ¡Basura más grande no he escuchado yo! Por otro lado, fuera
de las pantallas y complementando a la ficción: un presidente desquiciado que
estrella aviones contra sus torres gemelas y explota camiones rojos de
dos pisos, incluso en suelo ajeno, para que los presidentes de las potencias
mundiales, le azucen, sí, azucen como a los perros, ahora con permiso y duro
contra el mundo árabe.

Sí. Nos quieren engañar. Pero esta vez tú puedes decidir si lo
permites o no. ¿Qué piensas sobre esto? ¿Te vas a dejar engañar
por esa pandilla de dianéticos? Basta mirar el mundo como una roca
que gira alrededor del sol para socavar no sólo nuestra
soberbia, sino para restar importancia a nuestras aspiraciones
y afanes. Te invito a leer La guerra de los mundos de H. G. Wells, que
ya se encuentra en las librerías del pueblo, en una nueva y muy
atractiva edición de la editorial mexicana Sexto Piso


Crónicas del patio trasero

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